NO HAY PEOR SORDO...

Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y cuánta ceguera hay en el mundo.
Pero el refran también se puede aplicar a la sordera: no hay peor sordo que el que no quiere oir. Y la gente no quier oir, la gente no escucha, la gente va con una idea en la cabeza y no importa lo que tú le cuentes que no te va a hacer caso.
No me estoy refiriendo a ese mi sentimiento de impotencia del que siempre hablo, porque la gente no hace nada, la gente no actua, la gente va a su aire... Me refiero simplemente al día a día, a la vida cotidiana.
Tengo la suerte (unos días) o la desgracia (otros) de trabajar cara al público. Y el público es sordo. El público se hace su composición de lugar, muchas veces erronea, y nunca escucha lo que tú le dices. Eso si tienes la suerte de que acuda a ti, porque el público muchas veces se hace, además, el ciego y finge (muy bien) no verte.
Entonces, tú les hablas y les explicas, y ellos hacen que te escuchan. Pero no te están escuchando en realidad, porque el ruido que hace lo que ellos piensan, esa idea con la que vienen, no les deja oirte a ti. Tiene que ser raro el estar mirando a una persona que habla delante de ti y luego caer en la cuentade que no has prestado atención a nada de lo que te ha dicho.
¿El resultado? Te preguntan algo que ya has mencionado en la explicación anterior, y que hubieran oido de haber estado atentos. Así que, con un suspiro, tienes que volver a empezar.
A veces hace gracia. Pero a la larga se hace pesado. Y es que es de necios hablar sin haber terminado de escuchar.