TARUMBA

A veces se hace muy necesario desconectar, ante el riesgo de volverse tarumba.
Quiero decir que, como decía el tango, “el mundo es y será una porquería” y aparte de despotricar en este blog y en los ajenos, poco más se puede hacer. Muchos me han dicho que despotricar ya es algo. Pues bueno…
Pero claro, lees las noticias, te das una vuelta por los blogs de los demás, lees lo que opinan, opinas tú, discutes, rebates, te enteras de cosas horribles que pasan y que no sabías, difundes las cosas horribles que tú sabes y los demás pueden ignorar… y no se puede evitar caer en depresión.
Te pasas el día pensando “qué mundo este, no tiene salvación, todo es una mierda” y cosas de ese jaez. Y vas hilando post tras post en un tono cada vez más apocalíptico y más desesperanzado.
Mi hermana, que es una mujer con mucho sentido común y que (por suerte o por desgracia) de Internet, nada de nada, cada vez que llego y le cuento las atrocidades de las que me entero me dice “Arbiera, te vas a volver loca”. Y puede que tenga razón.
No dudo que sea necesario vivir al tanto de lo que pasa. Es más, creo que es muy necesario. Pero como alguien dijo, hay que separar el grano de la paja. Y no perder de vista otras cosas, las cosas buenas que tiene la vida (según otra canción). Pasarse una tarde de cañitas con los amigos, sentarse a la fresca al anochecer en un parque, echarse una siesta o tumbarse a leer un buen libro, son cosas que me devuelven la esperanza y la fe.
No todo va a ser las fechorías de Bush, los disruptores hormonales o las mujeres de Ciudad Juárez. Dejemos un espacio a la alegría. A ver si encuentro cosas interesantes pero agradables que dejar aquí.
Por no volverme tarumba.